miércoles, 11 de junio de 2014

Final del Juego: Julio Cortazar

Final del Juego, es uno de los libros que Julio Cortazar, escritor argentino, escribio. Fue publicado en 1956 por la editorial mexicana Los Presentes. Este relato es narrado por una chica que tiene dos hermanas, con las que jugaban a un juego llamado "Estatuas y Actitudes" en las vías de un tren, y un chico llamado Ariel las ve y se enamora de una de ellas la cual tiene un problema en la espalda.

Esta imagen en mi opinión, representa el lugar donde las hermanas jugaban a el juego. "Nuestro reino era así: una gran curva de las vías acababa su comba justo frente a los fondos de nuestra casa. No había más que el balasto, los durmientes y la doble vía; pasto ralo y estúpido entre los pedazos de adoquín donde la mica, el cuarzo y el feldespato -que son los componentes del granito- brillaban como diamantes legítimos contra el sol de las dos de la tarde. "

La siguiente imagen muestra la escena en la cual Ariel se encuentra con Holanda y la narradora. Ariel estaba esperando ver a Leticia pero ella no quería verlo para que no supiera su problema en la espalda, por eso ella le escribe una carta y se las da a sus hermanas para que se la entreguen a el. El libro no menciona lo que la carta dice. "Ella no va a ir mañana. Escribió una carta y dijo que si él pregunta mucho, se la demos." Entornando el bolsillo de la blusa me hizo ver un sobre violeta." "Holanda hizo bien en sacar el sobre violeta y alcanzárselo, y él se quedó sorprendido con el sobre en la mano, después se puso muy colorado mientras le explicábamos que eso se lo mandaba Leticia, y se guardó la carta en el bolsillo de adentro del saco sin querer leerla delante de nosotras.



                                  Esta ultima imagen, muestra una de las ultimas escenas, donde Leticia hace una estatua muy dolorosa para ella, debido a su problema en la espalda. "Levantó los brazos como si en vez de una estatua fuera a hacer una actitud, y con las manos señaló el cielo mientras echaba la cabeza hacia atrás (que era lo único que podía hacer, pobre) y doblaba el cuerpo hasta darnos miedo. Nos pareció maravillosa, la estatua más regia que había hecho nunca, y entonces vimos a Ariel que la miraba, salido de la ventanilla la miraba solamente a ella, girando la cabeza y mirándola sin vernos a nosotras hasta que el tren se lo llevó de golpe."